Asomado a un paisaje infinito de olivos centenarios que se adentra en las provincias de Cádiz, Málaga y Sevilla, el Castillo de Olvera nos advierte desde la lejanía que nos encontramos, nos adentramos, en tierra de conquistas; esa por la que a lo largo de siglos batallaron y dejaron su huella distintas civilizaciones.

Fundido con el promontorio rocoso, gris, en el que se asienta (se levanta a 625 metros sobre el nivel del mar), esta espectacular edificación de origen árabe nos invita a ‘asaltarla’ a través de un mágico laberinto de calles empedradas y casas encaladas que nos conduce a su singular y sorprendente entrada, lo que se antoja el portal de una casa más.

Si bello resulta su aspecto exterior, más aún lo es su interior, al que accedemos a través de una estrecha escalera de caracol que nos cita con las nubes.

Poco a poco vamos conquistando su patio de armas, que nos cita con vistas que nos llevan a comprender el por qué de este lugar para levantar el castillo.

Hileras interminables de olivos, paisajes serranos, uno de los cementerios más bellos de España y la imponente presencia de la iglesia de la Encarnación, con la que comparte uno de los perfiles más bellos de Andalucía, se muestran a sus pies.

La fortaleza consta, además, de una torre del homenaje, lienzo de muralla con paso de ronda, un recinto subterráneo y dos aljibes.