Si tuviésemos que referirnos a ella, a la Cueva del Gato (Benaoján), con una sola palabra, sin lugar a dudas sería oasis. Paraíso que se viene a escenificar en esa cavidad de la que manan las cristalinas aguas del río Guadares tras un largo viaje (más de cuatro kilómetros desde la Garganta del Hundidero) por las entrañas de un territorio, el Parque Natural Sierra de Grazalema, de extraordinario valor natural y paisajístico.
Monumento natural, su interior, poblado por grandes colonias de murciélagos cavernícolas, nos narran a través de sus pinturas rupestres la historia de los habitantes de esta bella zona de la provincia de Málaga, de la que hicieron lugar de refugio los bandoleros de aquella Andalucía Romántica.
Lagos, sifones, cañones y salas que llegan a alcanzar hasta los 70 metros de altura van dando vida a un entorno subterráneo que ha merecido la declaración de Bien de Interés Cultural y que es uno de los grandes sueños de los amantes de la espeleología.
Afuera, en su exterior, sus aguas alimentan con suaves tintineos una espectacular y variada vegetación de ribera, de la que hacen su hogar ruiseñores, azulones, garzas reales o los siempre espectaculares cormoranes.
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