¿Te imaginas no poder disfrutar de un buen pescado a la sal? Sería un auténtico drama para quienes disfrutamos de la buena cocina. 0, peor aún, cocinar sin sal.

Felizmente, en Andalucía no tenemos ese problema; muy al contrario, contamos con algunas de las ‘minas’ más afamadas de ‘oro blanco’ de España y Europa. Salinas naturales, ubicadas en entornos auténticamente paradisiacos, que producen sales muy apreciadas por la alta gastronomía y que, en tiempos ya pasados, fueron esenciales para la conservación de los alimentos y para la elaboración de esos bocados tan nuestros como los salazones, muy en especial la mojama.

Flor de sal (la más valorada), de escama, fina…  son algunas de las excepcionales sales marinas que, de la misma manera que hicieron nuestros antepasados (los fenicios fueron los primeros en su ‘cultivo’), aún hoy día se siguen extrayendo de salinas tan únicas como las de Cabo de Gata o las que existen en entornos tan singulares como los parques naturales de  la Marismas de Isla Cristina o la Bahía de Cádiz, reinos de las aves.

Salinas a las que aquí, en Andalucía, sumamos una auténtica reliquia, la Salina de Itupci (recibe su nombre del antiguo asentamiento romano existente en la zona), ubicada en la Sierra de Cádiz, concretamente en el término municipal de Prado del Rey. Esta salina de interior produce una sal de extraordinaria pureza, muy exclusiva.

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