Sabemos que pierdes la cabeza por uno de los manjares más exquisitos que puedan existir. Uno de esos bocados por el que se ‘pelean’ las grandes cocinas del mundo y cuyas señas de identidad duermen en Andalucía, en aguas gaditanas (Conil de la Frontera, Barbate y Tarifa).
Manjar, el atún rojo de almadraba, que cada año seduce con sus rutas y propuestas gastronómicas a miles de personas y cuya relación con los pobladores de la costa gaditana se remonta a siglos atrás, tal y como ‘relata’ la Cueva de las Orcas.
Localizada en la sierra del Cabo de la Plata y asomada a un mar Atlántico a punto de fundirse con el cálido Mediterráneo, su forma, pinturas rupestres y vistas nos descubren el origen de una historia, la de la captura del atún rojo, que aún hoy día sigue siendo muy intensa en el litoral gaditano.
En sus paredes, a modo de legado, sus pinturas nos narran cómo aquellos pescadores del neolítico iban señalando el paso de las estaciones hasta alcanzar el esperado equinoccio de primavera.
Era en ese momento y en ese lugar cuando las grandes y temidas orcas (marcadas con el símbolo de los dioses del mar, el tridente) obligaban a los agotados bancos de atún a, presas del pánico, buscar una peligrosa, casi suicida, huida por aguas menos profundas, momento que era aprovechado por el hombre para darles caza. Un festín del que, obviamente, las orcas también eran y aún hoy son protagonistas.