JAÉN

Son las ocho de la tarde y el bramido, desesperado y desafiante, de un ciervo rompe el silencio de uno de los espacios naturales más impactantes de cuantos conforman la Andalucía más salvaje, el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas (Jaén). Es tiempo de berrea y, en una de las planicies de este paisaje de colosos calizos, los machos escenifican esa liturgia de la que depende la continuidad de la especie.

Es uno de los innumerables espectáculos naturales que ofrece este territorio de quebradas sierras, en las que el agua de ríos tan andaluces como el Guadalquivir y el Segura tallan innumerables paisajes de vida, dando refugio a más de 2.300 plantas (34 endémicas) y a 36 especies de mamíferos, 130 de aves reproductoras, 21 de reptiles, 12 de anfibios y 11 de peces.

Cabras montesas, corzos, ciervos, gamos, jabalíes, buitres leonados, quebrantahuesos o, entre otras, la singular lagartija de Valverde son ilustres habitantes de un paisaje de grandes mantos de pinos carrasco y negral, tejos, quejigos, arces, chopos…

Atractivos de belleza sublime a los que se suman los sabores, texturas, tradiciones, fiestas, cultura y patrimonio de esos pueblos que laten al son del Parque de Cazorla, Segura y las Villas (Cazorla, Quesada, La Iruela, Arroyo Frío, Coto Ríos…).

Y en mitad de esta Reserva de la Biosfera, alimentando a unos y a otros, las aguas del embalse del Tranco.

Y, cabe preguntarse, ¿qué más se le puede pedir a un destino natural de interior?

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