Durante los meses de abril, mayo y junio, los amantes del buen producto andaluz perdemos la cabeza y, sobre todo, el paladar. La razón es bien clara, llegan los ‘gigantes de plata’ a nuestro litoral y con ellos las distintas y numerosas citas gastronómicas en torno al atún rojo, el de las almadrabas gaditanas. Eventos de los que os iremos informando aquí; con algunos apuntes sobre el atún rojo, el patrimonio ligado a las almadrabas y, por su puesto, a sus exquisitas piezas.

Para abrir boca, arrancamos con la cita de la excelencia, la Ruta del Atún de Zahara de los Atunes, que cumple la edición 12+1 y que se desarrollará del16 al 21 de mayo con la participación de más de 30 establecimientos hosteleros zahareños. Y es que esta ruta, que el año pasado vendió alrededor de 105.000 tapas, se celebrará bajo la organización de la Asociación de Comerciantes de Zahara de los Atunes (ACOZA) y de la ELA de Zahara.

Como es habitual, además de las degustaciones y del concurso entre las propuestas presentadas, la cita zahareña contará con un ronqueo, en esta ocasión a cargo de Petaca Chico, y actividades culturales y festivas para todos los públicos. Todo en un ambiente que ya es marca registrada de Zahara de los Atunes.

“Queremos agradecer a todos los profesionales de la hostelería: empresarios, chefs, camareros, etc.; el gran trabajo que realizan cada año para que Zahara de los Atunes sea un reconocido destino turístico y gastronómico de calidad”, señaló con motivo de su presentación Agustín Conejo, presidente de la ELA de uno más mágicos de cuantos existen en la costa de Cádiz.

El origen: Cueva de las Orcas

Si hubiese que hablar del verdadero templo del atún rojo, de ese lugar en el que, de existir, habría estado depositado el Santo Grial de los gigantes de plata, sin ningún género de dudas, sería la Cueva de las Orcas.Testigo privilegiado de la intensa relación de la especie con quienes desde la noche de los tiempos habitaron estas tierras. Pequeña oquedad de la Sierra de Cabo de Plata, de apenas dos metros cuadrados, en sus paredes están escritas las primeras ‘páginas’ de una apasionante aventura que, a día de hoy, sigue viva. Páginas que están representadas por pinturas rupestres en las que se narra con detalle la forma en la que el hombre comenzó a capturar los grandes atunes rojos; entonces en un intenso cuerpo a cuerpo. Batalla que, como se refleja en dichas pinturas y en esa apertura artificial que preside la entrada a la cueva, estaba íntimamente ligada a la llegada de las orcas a aguas del litoral gaditano; también en busca de esa importante aglomeración de bancos de atunes rojos que tenía lugar a las puertas del siempre complicado paso del Estrecho. Orcas que, con el paso del tiempo y el perfeccionamiento de las artes de pesca, sirvieron también de guía a los fenicios, ‘señalándoles’ los enclaves idóneos para calar las almadrabas.

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